sábado, 19 de noviembre de 2011

Contra nada ni nadie.

¿Saben? Yo también, aunque no lo parezca sé escribir una frase bonita, plagiándola de cualquier escritor, diciéndo que es mía, engañándome a mi mismo y haciendo creer a los demás que la entiendo. Pero no, paso. No busco una frase que resuma mis diecisiete años de vida. Que no. No es mi “rollo” o mi estilo. Sé que es lo que se lleva ahora, pero reitero que me da igual. Estoy harto de seguir la moda, de ser igual que todos. ¿Y qué si hablan?  Mejor para mi, sería el sinónimo perfecto para saber que estoy haciendo las cosas bien. Pero eso sí, mejor ser anónimo por no haber hecho nada, no haber marcado tendencias, no haber creado moda, que ser la persona más mencionada por los labios te todas aquellas personas “cool” que últimamente están llegando a un punto que ni se lo pueden imaginar.

Estoy harto de tener que disimular para que todo el mundo me vea como un colega. Perdón por la grosería, pero en este momento es lo que me sale: me la suda. El que tiene que serlo lo es y el que no, no lo será. ¿Qué es eso de saludar hoy y no conocerte mañana? ¿Qué es eso de te quiero mucho hoy y en cuanto te des la vuelta puñalada? ¿Somos gilipollas o qué nos pasa? No quiero decir tacos, pero reitero que me salen solos. Pero he llegado a una conclusión: critica el que tiene intención de hacer daño a alguien, pero no se quiere quitar la venda de los ojos para darse cuenta, de que está siendo él mismo el que se daña. Poco a poco se verá solo, verá que no es el amo del mundo, se fijará en que el círculo con el que “repartía los recados” le irá dejando sólo. Pero este tema no me incumbe a mi, sino a él (que podría ser ella, ellos o ellas, pero lo dejo en él, más simple).

Otra cosa que me toca “la moral” (moderadamente, sin hacer alusión a una parte del cuerpo masculino), son los amores de los chiquillos. Aunque aquí si que sí. Aquí van los amores de chiquillas. Cierto es que las chicas maduráis antes, pero en cuanto a amor, los hombres empezamos a ser más pasotas antes también. Vosotras no, vosotras vais dejando recaditos en las redes sociales, para ver si él lo ve. Y luego cuando está con otra persona lo calificáis como el “cabrón, inútil, hijo de su madre, que ojalá le pillara una desgracia” ¿me equivoco?
Podría escribir una tesis doctoral de esto, pero soy de la generación ni-ni, ya me entendéis ne-nes o ne-nas.

Por tanto, os lo podría resumir en que me da lo mismo que piensen de mi, que digan o dejen de decir, que hagan o dejen de hacer, quien quiera o deje de querer, eso sí, sólo busco que usemos un poco el cerebro, que está para algo y por favor, lo ruego, no digaís tacos. Perdónenme.