viernes, 20 de abril de 2012

Para la mejor mujer que he conocido.

Aún es pronto, pero te ha tocado irte. Sé que no lo has elegido, al igual que el día en que lo haces. Por si no lo sabías, te vamos a echar MUCHÍSIMO de menos. Quizás te preguntes "¿por qué?", pero es sencillo responder a eso.

Sé que no lo vas a leer y que ya es tarde para decírtelo, pero no hay nadie como Tú. No he conocido, ni creo que vaya a conocer mujer igual a ti, mujer que pueda llegar a la suela de tus zapatos. Qué difícil se me hace imaginar que cuando vuelva el verano ya no te veré, que cuando vuelva la Navidad, ya no te veré. Me resulta muy difícil, créeme. Pero no el simple hecho de que no te vea me hace llorar, porque podría escucharte o sentirte, sino el hecho de escribir sobre ti en pasado. Y me cuesta escribir aquí, en esta entrada que esperaba no escribir tan pronto, aunque sabía que la tendría que escribir dentro de cuarenta o cincuenta años, cuando la muerte te cogiese por esa maldita "Ley de vida". 

Era optimista, pensaba que saldrías de esta. No sabía que disimulabas para hacerme feliz, que al final es lo que querrías, que seamos felices. Pero no sabes, porque eras tan humilde, no sabes lo que perdemos los que aquí seguimos: Se va contigo tu sonrisa, tus ojos con esa cálida mirada. Tu personalidad era única, siempre servicial, a todo y a todos. Tendías la mano a los desamparados, dabas esperanzas. Perdemos una joya, un tesoro, pierdo a una tía, a mi madrina... pierdo a mi madre. 

Sabemos que puedes estar algo enojada porque jamás decíamos cuanto te queríamos, porque jamás dábamos las gracias. Sabemos que es tarde, que jamás, desgraciadamente, leerás estas líneas, estas malditas líneas que me hubiese gustado no tener que escribirlas aún, pero hablo en nombre de todos si te digo que te quisimos, te queremos y te querremos todos los días como si estuvieses a nuestro lado. Pero no va a hacer falta imaginarlo, lo vamos a notar, tu calor es infinito, tu amor, interminable. Te lo mereces todo. Daría mi vida si me dijesen que con ella, podría volver a latir ese corazón tan grande que no te cabe en el pecho. 

No sé si lo viste, espero que sí, pero seguro que te encantó ver la cantidad de gente que te acompañó los últimos días de tu vida: La Iglesia estaba llena, la plaza de ésta también, necesitamos varios coches para trasladar tus coronas... Y te llevaron a hombros desde la Iglesia hasta el lugar donde ahora descansas. Te mereciste el homenaje que te hicieron en tu instituto, esos poemas tan bonitos que escribieron, ese amor que te teníamos y aún así, estamos en deuda contigo. 

Tu marido, tus hijos, tus padres, tus hermanos,  tus suegros, tus cuñados, tus sobrinos, tus primos, tus amigos, tus compañeros... Todos te vamos a echar de menos. Nuestro corazón queda huérfano de tu cariño. Te quisimos, te queremos y te querremos. Pero ahora nos toca a nosotros seguir, orgullosos de ti, orgullosos de haberte tenido en la familia, de la persona que has sido y del reconocimiento que tenías. 

Agradecerte el haber estado siempre a nuestro lado. Espero que cuando muramos, exista de verdad un lugar donde todos nos volvemos a reencontrar, porque te quiero mucho y quiero volver a darte millones de besos y abrazos que me quedaron para ti. 

Muchas gracias tita. 

Te quiero.